La Municipalidad de Curuzú Cuatiá, a través de la Dirección de Cultura
y Turismo, organizó una serie de actos oficiales en honor al “Rey del
Chamamé”, al cumplirse ayer 15 de abril nada menos que 40 años del
paso a la inmortalidad del músico.
En primer lugar, se conmemoró en el mausoleo del artista en el
cementerio Nuestra Señora de los Desamparados de la ciudad de Curuzú
Cuatiá, en donde se congregó una importante concurrencia de personas,
entre los que se contaban funcionarios municipales, encabezados por el
Jefe Comunal José Irigoyen y miembros del Honorable Concejo
Deliberante, otras autoridades y actores sociales de la ciudad que
nació con la Patria y obviamente reconocidos músicos chamameceros.
Minutos después de las 17 de un domingo agradable en la ciudad, fueron
llegando al cementerio municipal, las autoridades y público en general
para ponerse en presencia del mausoleo del inmortal Maestro Tarragó,
quien un 15 de Abril pasó a la inmortalidad al morir en la ciudad de
Rosario, provincia de Santa Fe.
Dueño indiscutido de un estilo propio, reconocido mundialmente, y
músico prolífico que supo componer cientos de canciones, tuvo ayer un
reconocimiento que estuvo dividido por partes, en tres lugares:
primero en el Cementerio, luego en el Monumento en su honor en calle
Ejército Argentino (curva del Parque) y luego cerrando con un festival
inédito en donde fuera su casa natal, en donde hoy está emplazado el
museo que lleva su nombre.
En el cementerio, más precisamente en el mausoleo, se realizó una
ofrenda floral por parte de las autoridades, se descubrió una placa en
su honor, hubo un minuto de silencio en homenaje al maestro, una
invocación religiosa a cargo del diácono Juan Gauna y palabras del
glosista Juan Carlos “Pampa” Espíndola.
Al momento de ofrendar unas sentidas palabras en honor al Rey del
Chamamé, el “Pampa” Espíndola realizó una reseña histórica con la que
llevó a quienes los estaban escuchando al momento del nacimiento del
músico y luego destacó que Tarragó supo conquistar a los argentinos,
“con ese mágico acordeón que se prendió en el corazón de la gente
chamamecera”.
También remarcó que era un hombre que “visitaba mucho los barrios y
que hasta en el país del tango, chamamé hizo bailar”, cerrando sus
palabras con una anécdota que lo pintó de cuerpo entero, cuando en un
bar se solidarizó con unos parroquianos a quienes les pagó una comida.
Tras estas palabras, llegó el momento de la “musiqueada” como suele
decirse vulgarmente y para finalizar el viceintendente Guillermo
Morandini expresó otra faceta de Tarragó en la que contaba que su
deseo siempre fue el de volver a Curuzú, deseo que dejó plasmado en su
obra: “Tengo que volver a mí pueblo”.
“Como gobierno y como compueblano nos toca recordarlo siempre”
mencionó Morandini y luego agradeció la presencia de todos cerrando
con unas glosas del poeta del Guarán.
Tras el homenaje en el Mausoleo del cementerio local, todos se
trasladaron hasta el monumento del músico en la calle Ejército
Argentino, que este año cumple nada menos que 30 años de existencia.
A medida que iba cayendo la tarde para dejarle paso a la noche, muchas
personas fueron sumándose, algunos con silletas y equipos de mates
para recordar también al indiscutido Rey del Chamamé.
Se habló mucho de la “Comisión Pro Monumento” que, como se dijo antes,
hace 30 años impulsó la creación de este monumento que inmortalizó al
Rey del Chamamé, ubicado estratégicamente en la vulgarmente llamada
“curva del Parque”, o como lo señaló el reconocido músico Rubén
Rodríguez, uno de los fundadores de esta Comisión, “el monumento está
por donde pasan todos”.
Allí también se descubrió una placa recordatoria y se dejó una ofrenda
floral, evento del cual participó el intendente Irigoyen acompañado
por el presidente del Honorable Concejo Deliberante, Roberto Fernández
y de uno de los referentes locales defensores del género chamamecero,
Antonio Ziegler.
Luego, vuelve en escena el “Pampa” Espíndola, quien homenajeó al Rey
con una poesía, centrada en el músico Rubén Rodríguez, en virtud de
que él fuera, junto con otros músicos y actores culturales y sociales,
los impulsores del monumento al Rey del Chamamé.
“Gracias Don Rubén Rodríguez, Curuzú Cuatiá te agradece tu gesto de
lealtad, y en silencio te agradece, en silencio Tarragó”, cerró Juan
Carlos “Pampa” Espíndola.
Tras estas palabras, le llegó el turno de pronunciar unas palabras al
reconocido músico Matías Barbás quien rememoró sus recuerdos de aquel
“fatídico” día cuando junto a su padre se enteraba de la noticia del
fallecimiento de Tarragó, quien era para ellos, muy allegado.
“La infausta noticia de la desaparición de Tarragó Ros, fue un
mazazo”, manifestó Barbás, quien luego pintó escenas de la infancia
del Rey quien por aquellos años era un joven inquieto que tocaba la
armónica en la escuela aunque, como todos sabemos, después el dos
hileras fue su destino”.
“Y no sólo que tocó chamamé, sino que generó un estilo propio, que es
uno de los pilares fundamentales de la historia de nuestra música
chamamecera”.
“El Rey del chamamé era muy inquieto, muy de leer cosas, estaba
convencido que la promulgación de las costumbres del hombre de campo
eran fundamentales y por eso, siendo muy joven editó su revista Brisas
Correntinas donde agrupaba chamamé de la época, chismes del mundo de
la música y chistes también”.
“Pero no quiso quedar acá, sabía que para trascender hay que irse y
testigo de ello fue aquel tema la pena del acordeonista, donde
expresaba la pena y el dolor de dejar su terruño”.
Siguiendo con el relato, Barbás comentó detalles de la creación del
mausoleo, y de cómo fue todo el velorio, que duró días enteros, en el
Club Curuzú y luego desde allí tuvieron que llevarlo “a pulso” hasta
el cementerio, porque no se permitió, la gente no quiso que lo
llevaran en vehículo sino a pulso.
Pero volviendo al origen del mausoleo, contó que por aquel entonces,
hace 30 años, (es decir a una década de la muerte de Tarragó) se
constituyó una Comisión “para crear el mausoleo con bailes en el Club
Centenario, vinieron a tocar los Reyes del Chamamé, Serafín
Altamirano, se juntó dinero para ese mausoleo, que si uno lo ve de
arriba es un acordeón abierto”.
También reveló que Rosario y Curuzú se disputaron el lugar de su
inhumación, ya que casi toda su carrera la realizó en Rosario, pero
fue por su obra “Tengo que volver a mi Pueblo” que los restos del Rey
del Chamamé, descansan en Curuzú Cuatiá.
Tras estas palabras, mechadas con anécdotas contadas por Matías
Barbás, el también eximio músico chamamecero tarragosero Rubén
Rodríguez comienza su alocución expresando que “a 40 años de su
fallecimiento y paso a la inmortalidad, el Rey sigue siendo Rey, hizo
tanto en poco tiempo que ha superado al olvido, perdura y parece que
fue ayer que se fue y nos dejó esto”.
“Su obra, su presencia está en nuestros acordeones, en nuestras
guitarras, en nuestro canto y en nuestras casas. Manejaba un montón de
sentimientos que están en el corazón de su pueblo, en la sangre del
correntino, provincianos y litoraleños, de los que se van al exilio,
llevan ese corazón chamamecero y en ese bagaje va Tarragó”.
Rubén Rodríguez contó luego la historia del monumento, agradeciendo a
las autoridades de esos años, al doctor Abel Eugenio Grela y a los
Concejales por impulsarlo y emplazarlo en la “curva del Parque”.
Reveló también que el 7 de abril del año 88 se declara al tema “A
Curuzú Cuatiá” que pertenece a Tarrago Ros y a Gregorio de la Vega
como canción oficial de esta ciudad y “entonces todo iba tomando
color”, y en ese camino se terminó el monumento y el 15 de abril se lo
trajo acá “en este lugar que es privilegiado”.
Y por último, Rodríguez se refirió a los jóvenes músicos y semillero
que continuará con la estirpe tarragosera. “Ellos van a levantar las
banderas porque este hombre va a seguir entre nosotros porque el Rey
sigue siendo el Rey”. Y se despidió con una glosa, musiqueada y baile.