Joel no se murió, lo mataron
A las 16:20 de la tarde de este lunes 25 de enero, ocurrió un trágico suceso en las instalaciones de las barracas propiedad de Duhalde, ubicado sobre ruta provincial 126, a pocos metros de su intersección con ruta nacional 119. El operario de 23 años, identificado como Sergio Joel RodrÃguez, sufrió heridas fatales, luego de que explotara una vieja caldera a su lado.
Su madre fue notificada por un compañero de trabajo, quien, mediante una llamada telefónica, le avisó que su hijo habÃa tenido un accidente laboral. Al llegar al lugar, uno de los dueños de la empresa se acerca a la madre y de forma imprevista le dice “mis sentidos pésames”, y fue asà como la mamá de Joel se entera que su hijo ya no estaba. Otro de los dueños de la empresa sale de la planta en su vehÃculo con sus vidrios levantados, inmutable, sin siquiera mirar a la madre que quebraba de dolor por la muerte de su hijo hacÃa más de dos horas en el portón.
El cuerpo fue trasladado en un utilitario Fiorino, propiedad de la Municipalidad de Curuzú Cuatiá, que ingresó al predio en compañÃa de un efectivo policial. Minutos después que fuera cargado el cuerpo del joven, y sacado del lugar, la madre fue informada que en dicho vehÃculo se habÃan llevado los restos mortales de su querido hijo.
Una vez los familiares llegaron a la morgue del hospital Fernando Irastorza, consultaron por el cuerpo del joven, y se le comunicó que no tenÃan noticias al respecto, aun cuando una de las familiares desenmascaró al policÃa que traslado el cuerpo en el vehÃculo municipal: “Te vimos que saliste en la Fiorino de la municipalidad, traÃas el cuerpo, y ¿ahora no sabés nada, no sabés dónde está?”, fue una de las interrogantes que esgrimieron los familiares ante el efectivo policial, quien confesó “tengo órdenes de no dar información”.
Según venÃa comentando la vÃctima a su madre tiempo atrás, el dueño de la empresa lo habÃa tildado de “jefe” o “encargado”, endosándole responsabilidades que no le correspondÃan, y hasta lo obligaba a trabajar en ese puesto, para el cual no estaba calificado, y en el cual ningún compañero querÃa trabajar porque todos temÃan que sucediera lo que sucedió. Y no fue la primera vez. La caldera ya tuvo sus inconvenientes, y fue precariamente restaurada, solo para saciar la sed de dinero de la patronal.
Cabe hacer hincapié en que la cúpula de la empresa, ni ningún representante se acercó a la morgue a brindarse con la familia. La Municipalidad ofreció la cobertura del sepelio, aunque parece raro que, siendo un trabajador registrado, y supuestamente con seguro y ART, la empresa haya dejado en manos de la Comuna la situación. Es importante hacer saber que el dueño de la empresa es miembro de la mesa chica de la Unión CÃvica Radical de Curuzú Cuatiá, color que gobierna la ciudad hace tres años.
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